Los gatos ferales son gatitos que se han criado en la calle, que no han tenido nunca contacto humano y no sienten esa necesidad. Su naturaleza es libre, es decir, vivir en libertad. Eso no quiere decir que un gato feral no pueda hacerse a la vida en una casa y que la elija para sí, aunque es complicado y hay que tener mucha paciencia y cuidado en el proceso. No tienen la dependencia de los gatos caseros hacia las personas, aunque con el tiempo incluso esto puede cambiar.

 

Un claro ejemplo de ello son LOBITO Y ARTEMISA, que después de un tiempo de aclimatación, han elegido quedarse en una casa. Son dos gatos ferales que se recogieron hace dos años en pésimas condiciones, a punto de morir, y que hoy día están completamente recuperados y sanos. En palabras de su acogida:

 

"ARTEMISA es puro amor, aunque sigue conservando el instinto de huir si vas directamente hacia ella. Se deja acariciar y disfruta con ello. Muy, muy bien con gatos. La veo bastante preparada para adopción. Porque además en una casa más pequeña y con menos gatos, tendría más contacto con la persona y ella disfruta de ese contaco.

LOBITO ha mejorado muchísimo desde que llegó a casa. Pero para los ferales adultos el proceso es lento. Se mueve por toda la casa pero te evita si ve que vas hacia él directamente o coincides en su camino. Ya está empezando a dormir con nosotros. Todos los ferales empiezan por ahí el contacto. Como nos ven acostados y tapados, nos ven menos peligrosos. Es compañero inseparable de Artemisa. Yo intentaría adopción conjunta. Muy muy bien con gatos."

Mira su vídeo! https://youtu.be/P0bHoXfAvrs

Como veis, hay que empezar a romper mitos y, si bien es cierto que no todos los gatos ferales terminan por acostumbrarse a vivir en una casa, los hay que sí lo hacen. Lo más importante de todo es respetar la naturaleza del animal, entender qué es lo que te demanda o necesita y actúar en consecuencia a ello, pues cada individuo es distinto y tiene su propio temperamento y personalidad.

Hoy LOBITO Y ARTEMISA están preparados para irse a un hogar. Sabemos que es muy difícil, sin embargo, estamos en la obligación de intentarlo, por ellos, por todos los feralillos de las calles y por las personas, para que se rompan los tabúes y las falsas creencias.